De forma casi exclusiva se estimula el consumo de bienes que no incrementan el patrimonio familiar. Las personas que ahorran en forma incansable para poder enfrentar mejor las diferentes etapas de la vida (la llegada de un hijo, la pérdida del trabajo o la jubilación), son diferentes a las personas que con una visión de corto plazo, gastan y consumen sin poner reparo en las situaciones que pudiéran tener que afrontar en un futuro. Los peruanos nos convertimos en ricos en consumo, pero pobres en patrimonio.
Al no encontrar inversiones que puedan empatar o ganarle a la inflación, los peruanos terminamos destinando nuestro dinero al consumo innecesario o efímero, aunque muchos creen estar inviertiendo a través de electrodomésticos, autos, vestimenta o entretenimiento.
La inflación, la gran responsable, estimula el consumo, desalentando el ahorro y la inversión. En lugar de invertir asumiendo una pérdida del poder adquisitivo, muchas personas optaron por gastar el dinero y disfrutar del consumo inmediato.
De la casa al auto
Un típico caso es el de un matrimonio tipo que pretendió comprar la casa propia, pero a medida que comenzaba a ahorrar, el precio de las propiedades aumentaba por encima de la capacidad de ahorro y las tasas de los créditos hipotecarios aumentaban, con condiciones más duras.
La suba de precios generó que muchas familias que estaban dispuestas a comprar la casa no pudieran hacerlo y teminaran bajando los brazos.
Y ahora, ¿qué hacemos con el dinero?
El auto fue uno de los bienes que funcionó como paliativo al no tener acceso a la compra de una casa. Pero mantener un auto genera gastos de seguro, patente, garaje, etc., es decir que en 2 años entre el 40% y 80% del valor del vehículo se destruye en gastos.
La compra del auto representa el símbolo de cómo muchas familias destruyeron sus ahorros, su capacidad de pago futura, su patrimonio y sus sueños.
La compra de un auto no tiene nada de malo, el problema se presenta cuando se compran determinados bienes por descarte, abandonando los verdaderos objetivos.
Debemos distinguir la diferencia entre adquirir un bien como por ejemplo una cochera, la compra de oro o simplemente invertir (incrementan nuestro patrimonio) y destinar sistemáticamente nuestro dinero a comprar bienes que se deprecian y que no generan valor a largo plazo (dificultad para convertir esos bienes en dinero en el futuro, bajo valor residual).
Cada día nos endeudamos más y más a través de las tarjetas de crédito, préstamos personales, comprando bienes y servicios que generan mayores gastos (un mejor celular requiere un plan más caro, un auto más moderno más gasto de seguro y patente). Estamos detruyendo nuestra capacidad de ahorro y de pago futuro, ya que cada mes debemos afrontar mayor cantidad de deudas y nuestro salario rinde menos.
Nos distraemos gastando, pero en el mediano y largo plazo lo único que nos quedará es el recuerdo de lo que fuimos capaces de consumir. Con el paso del tiempo nos vamos a dar cuenta que perdimos la gran oportunidad de crecer patrimonialmente y ganar tranquilidad para enfrentar otras etapas de la vida.
Ahorrar e invertir siempre será mejor que no hacerlo, aún asumiendo tasas reales negativas producto de la inflación.
En definitiva, cada uno puede hacer con su dinero lo que quiera, no existen buenas o malas decisiones. Pero, lo que no debería pasar es que luego de un tiempo uno se arrepienta de haber tomado un camino y no otro.
viernes, 13 de julio de 2012
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