Dicen que quien no conoce la historia tiende a repetirla. Es por esto que los nuevos empresarios tendemos a analizar, a veces de sobre manera, los números que va generando el negocio. Cuando empiezas uno propio, la sabiduría empresarial dice que tienes que estar pendiente de cada número, de cada cifra que arroje para llevar un conocimiento pleno y completo de su desempeño.
Analizamos las ventas, el crecimiento en ventas, el promedio móvil del crecimiento en ventas, las ventas por artículo, las ventas por cliente, el histograma de crecimiento, el crecimiento mes a mes, el crecimiento contra el mismo mes del año anterior, las cifras desestacionalizadas. Y eso es sólo en cuestión de ventas. La utilidad (o pérdida), la productividad, los costos y hasta los estornudos son dignos de análisis.
Lo difícil no es realizar o conseguir esta información. Simples fórmulas en Excel o una plática con la persona que lleva la contabilidad son suficientes para generar datos y más datos. El problema es poderlos procesar y utilizarlos para actuar.
Salvo por un par de mentes brillantes, para el resto de los mortales el analizar tantos números nos lleva a conclusiones automáticas en la cabeza. Al contrario, después de una sesión numérica lo único que quiero hacer yo es llorar.
El término de moda hoy en el mundo de los negocios es Big Data: la tendencia que existe de analizar hasta el nanodetalle toda la información numérica y estadística de nuestro negocio (y/o de nuestros clientes).
Pero para un negocio pequeño esta Big Data puede convertirse en un Big dolor de cabeza.
¿Cómo analizar la información que generamos y que nos permita encontrar lecciones y tomar acción?
1.- La tercera es la vencida.
El estratega de negocios Simon Sinek dice que en todos los procesos de análisis y liderazgo hay que hacerse tres preguntas, siendo la tercera la más importante de todas. Primero hay que preguntarse el qué. ¿Qué está pasando en cuestión de ventas? ¿Qué está pasando en mi ciclo de cobranza? Y responderlo, obviamente, con los números correspondientes. Esto lo hacemos prácticamente todos.
La segunda pregunta, que se la hace un número menor de gente, es cómo. ¿Cómo es que este crecimiento o decrecimiento se está dando? ¿Cómo es que tengo una cartera vencida de tal o cual tamaño?
Pero la pregunta más importante, y la que menos gente se hace es por qué. Ésta es la pregunta más difícil de hacerse, porque implica pensar un poco más. Así como las dos primeras preguntas son respondidas con números, la tercera implica adaptar esos números a la realidad y dar, a veces, un salto de fe en encontrar las causas.
Sin embargo, el preguntarse el por qué (aun cuando a veces erremos en la respuesta) es fundamental para analizar y entender el proceso que lleva nuestro negocio.
2.- Analiza lo bueno al igual que lo malo.
En los años (o meses o momentos) de vacas gordas nadie se preocupa por analizar los datos. Cuando tenemos éxito sentimos que no necesitamos analizar el por qué y cuándo fracasamos le damos miles de vueltas a los datos. Esto es un error garrafal.
Tan importante analizar los aciertos como los descalabros para poder entender qué es lo que estamos haciendo bien, qué es lo que estamos haciendo mal y bajo qué circunstancias aplican cada una de las acciones.
3.- Aplicar las acciones.
Los negocios no viven en un plato de Petri. Los negocios viven en la realidad.
El analizar los datos y no tomar acciones con base en ellos es una pérdida de tiempo. Mucho mejor analizar datos en pocos campos y tomar acción que analizar miles de datos en todos los aspectos del negocio y quedarse paralizado